La apuesta de Altair por la educación diferenciada es una opción que ha dado a sus alumnos excelentes resultados académicos y personales. Es incorrecto que este tipo de educación sea sexista o discriminatoria. Más bien es todo lo contrario, la plena igualdad de oportunidades exige una pedagogía diferenciada, atenta al distinto grado de desarrollo y de modos de aprendizaje.
Como afirma la Profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, María Calvo Charro, la educación diferenciada “está siendo implementada en colegios públicos de Estados Unidos, Alemania o Reino Unido, como herramienta para superar el fracaso escolar y alcanzar una igualdad de oportunidades real entre los sexos en el ámbito educativo”.
En esa época de tolerancia y respeto por las opciones más diversas, sorprende que no se tenga en cuenta, también a través de la creación de centros públicos, este tipo de enseñanza diferenciada, que tiene en cuenta el desarrollo psicológico de un niño y de una niña a determinadas edades, sus diferentes aptitudes cognoscitivas y afectivas, así como sus desarrollos físicos, psíquicos y madurativos.
Sin embargo, y en palabras del sociólogo francés Michel Fize, «desgraciadamente, el sistema educativo no deja espacio para las diferencias. No se tienen nunca en cuenta los distintos ritmos de madurez y de asimilación intelectual de chicos y chicas. Confundimos igualdad con igualitarismo».
El objetivo del Colegio Altair es dar una educación de calidad a tantos miles de alumnos del distrito que no disponen de medios económicos. Y las familias están contentas con esta propuesta educativa, familias que también pagan impuestos y tienen derecho a elegir esta opción educativa.
Además, Altair, como centro privado concertado supone a las arcas de la administración un cuantioso ahorro. Según un último estudio de CECE, el gasto medio de un alumno en la enseñanza pública no universitaria se eleva a los 3.700 euros, mientras que en la privada concertada es de 1.800 euros.
En el colegio los profesores están concienciados de que muchos alumnos tienen un contexto social adverso, con ambientes que no ayudan a estudiar. Partiendo de aquí procuran revertir esta situación, ayudando y animando a estos chavales. Además, en Altair se enseña a ser personas solidarias con los problemas ajenos y a tomar conciencia de que los estudios tienen una dimensión de servicio a la sociedad si se transforman en trabajo bien hecho.